martes, 15 de mayo de 2012

instante

que se muera el silencio éste,
enemigo de la noche inerte

que todo detalle extraviado
abandone al menos el vértigo

que la oscura máscara de frío
caiga vencida sobre mis pies

que la pena transfigure la mañana
con su luz tibia en tu reflejo

que la paciencia exista al fin
y recupere su perfecta mirada

que el pensamiento desastroso
no asalte al pobre mendigo

que las incoherentes horas
me devuelvan la imagen

y que los imbéciles
callen para siempre.




martes, 8 de mayo de 2012

Perdernos

Buscás algo. Desaparecer. Parece lo único valioso en tu extraño mundo.
Pero todos buscamos algo, algo que sin embargo, nunca es suficiente.
Perdidos, andamos buscando. Como retinas buscando otra luz.

Buscar escapando. Asomándote. Y ya nunca permitas que me acerque.
O te conozca demasiado. Algo que se desvanece leve como el tiempo.
Donde estará el lugar que perdimos, sin saberlo, sin quererlo
o cuál será nuestra silenciosa muerte. Mientras dure, así será.

Buscás un cielo nuevo, una mirada cómplice. Anónima.
Y el abrazo no alcanza. Ni el amor en los desayunos.
Ni cada dosis nociva de dulzura. Ni las palabras que
nunca sirvieron de algo.

Ardiente, se percibe el pánico hermoso.
Y ya no existe un límite para la libertad.
Y tampoco habrá nunca
otra mirada que perfore a la mía
con tu maldita delicadeza.

Dejémonos perder
por esta vez, amor.

jueves, 3 de mayo de 2012

Vacío

Hemos vaciado los muebles. Las habitaciones quedaron desnudas.
Casi como nosotros. Despacio, avancemos al vértigo éste.
Las paredes sucias, los objetos perdidos. Y tirar la ropa vieja.

Hemos abierto un hueco entre las ruinas del espacio habitado. Son huellas precisas.
El vacío se construye como un instinto animal que acecha desesperado.
Se ilumina el silencio con tu imagen, pero solo cuando duermo acariciado.

Hemos abandonado el lugar imperceptible de la existencia.
Hay un solo instante inoportuno: el que define una distancia.
Ahora que ya no estamos acá, es demasiado tarde para todo
y ni siquiera somos conscientes
de la terrible miseria que arrastramos.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Un lugar


Me habló de un lugar lejano. Me dijo que pronto partiría para no volver y que de los errores siempre algo se aprende. Dijo que ya no volveríamos a vernos pero que ese sería nuestro secreto. Habló secamente, como se hablan estas cosas, casi desinteresada, como si todo ese discurso hubiera sido armado detalladamente desde hace muchísimo tiempo atrás. Desde siempre.

Dijo que toda imagen es una ficción, que cometemos el error de buscar una verdad donde ya no existe. Que el mundo no es más que una imagen real y que al igual que en los sueños, siempre creemos estar despiertos. Habló de aquel lugar como de un paraíso, mencionó un paisaje limpio, un paisaje blanco y sin aves en el cielo, habló de una salida que se esconde en la lejanía, donde no ya no importa el tiempo, ni la culpa, ni siquiera la suerte como un consuelo precioso. Habló de una música que a veces suena despacio y que nadie oye

Pero que no se iría con las manos vacías, eso dijo, se llevaría consigo toda la amargura y toda la belleza juntas. Sus labios temblaron suavemente. Su mirada estaba perdida en la nada. Habló de un deseo inquieto, de la posibilidad de alejarse de todo, del misterio de los días que se esconden en el tiempo, y de que solo allá se puede descansar.

Por último me dijo que no se me ocurra ir a buscarla, sino estaba completamente convencido, porque de aquel lugar no se vuelve. Entonces me indicó como llegar. Solo ahí pude comprender: nuestro secreto era trágico.